El tacto del erotismo

THE EROTIC TOUCH
POLIBIO DÍAZ
EL TACTO DEL EROTISMO


RICARDO RAMÓN JARNE
Director del Centro Cultural Español de Lima, Perú

 

Dice Alberoni que en el erotismo no describimos un estado, sino un proceso. Polibio Díaz resume este proceso en unas imágenes cargadas de fuerza, lejos de cualquier concesión. Su evolución ha legado a un punto culminante en su obra fotógrafo, no sólo porque ha educado el ojo de una manera peculiar durante su trayectoria sino también por su desinhibición. Él, como persona, nunca ha sufrido complejos debidos a problemas de identidad, como sucede con otros artistas dominicanos. Estudió en los Estados Unidos y su diferencia física con los demás en vez de marginarlo, lo estimuló. Su pelo "malo", como se llama despectivamente al pelo rizado, tiene connotaciones negativas entre los dominicanos, por eso todas las mujeres llevan unos rulos enormes para alisar lo, una vez conseguido su objetivo constituye poco menos que una catarsis nacional. El consideraba que su pelo mostraba la diferencia y coincidir en la universidad americana en el momento del "blackisbeautifull" y el furor por el "afro" le dio una gran seguridad personal de aceptación de su propio mestizaje como algo positivo a nivel personal y cultural, seguridad que demuestra en su acercamiento fotográfico a la realidad de su país.
Esta anécdota que parece tonta, define muy bien la manera de plantearse su trabajo fotográfico. Polibio Díaz disecciona la sociedad dominicana sin culpa ni complejos, con una convicción que se manifiesta positivamente en los resultados. Sus inicios, con unas impresionantes imágenes de la catedral primada de América como objeto conceptual, y sus series sobre espantapájaros, sobre el carnaval y sobre la identidad dominicana y el impacto personal del turismo, marcan una evolución en su trayectoria que va desde la perfecta materialización en originales composiciones de las manifestaciones externas del pueblo dominicano, hasta sus obras actuales, donde aplica renovados recursos estéticos para adentrarse en el análisis del individuo y su intimidad, en una impresionante serie de retratos casuales, de desnudos sorprendidos, que alcanzan matices verdaderamente inusuales en el arte dominicano.
La relación entre artista y modelo tantas veces analizada y representada en la historia del arte adquiere en Polibio Díaz aspectos fuera de toda norma. El artista trabaja en la calle sin ninguna idea previa y sin conocer cuál va a ser su modelo, el factor suerte y el ojo especialmente educado del fotógrafo se unen para conseguir su objetivo. El viandante elegido se ve "acosado" amablemente por el fotógrafo en la calle a cualquier hora del día, y en un proceso, en ocasiones difícil, de encantamiento, consigue
que el modelo se desnude, sorprendido de que su cuerpo pueda tener interés para alguien, porque el dominicano, al contrario que el brasileño o el cubano, no tiene concepto de su belleza, porque us cánones no están en su propia raza. Hay un riesgo natural en ese acoso al modelo, en muchas ocasiones éste podía sospechar otras actitudes del fotógrafo, diferentes a las puramente estéticas, que en ocasiones han producido conatos de agresión al artista que han podido poner en peligro la vida del mismo. Esa tensión entre el morbo, la posible agresión, la excitación del momento, el no conocer cuál va a ser el resultado final de la relación entre el modelo y el fotógrafo, hace que aumente la intensidad de unas fotos que dignifican el cuerpo masculino dominicano. La seducción no es sólo invitación. Las imágenes no son sutiles, veladas o ambiguas, son de una rotundidad aplastante, sin concesiones. La seducción del modelo se produce en nosotros al verlo, él no pretende en ningún momento provocarnos ninguna sensación. El cuerpo desnudo no está preparado en una atmósfera precisa ni para lo estético ni para lo erótico, está, al contrario, en un marco inhóspito para la intimidad que se requiere. Son modelos que transmiten una inusitada energía mezclada con grandes dosis de inocencia e ingenuidad. Polibio Díaz saca la belleza de la inconsciencia de la hermosura. La relación de Polibio Díaz con sus modelos casuales es breve, a veces lo que dura la instantánea, pero el deseo de estar lo más cerca posible, tanto físicamente como psíquicamente, de su pueblo dominicano, le obliga a tener una relación más íntima con una sociedad que se mueve en parámetros diferentes a los habituales en las aburridas sociedades económicamente más desahogadas. Esa intimidad pasa del propio desnudo físico a la captación de un entorno familiar que se presenta estéticamente muy atrayente para el espectador. El concepto de hogar, tan diferente al nuestro en la concepción decorativa del mismo, no sólo nos atrae por su exotismo, sino por la espontaneidad que adivinamos en el uso de colores intensos tanto en las cortinas y sofós, como en el suelo; hogares donde independientemente de su calidad siempre hay cuadros colgando de sus paredes y donde el sentido ornamental de sus propietarios es inspirador, para Polibio Díaz, de unas fotografías no sólo definitorias del modo de vivir de un pueblo, sino también de la maestría del fotógrafo en el uso de la luz, siempre natural, del color, del original encuadre, de la composición, unidas a la sinceridad, fuerza y compromiso con la realidad dominicana. Un excelente ejemplo de arte caribeño en el que identidad y contemporaneidad se presentan de manera natural y sin complejos.